KIKA SUPERBRUJA 2: el viaje a Mandolan
Un hermano pequeño realmente puede dar constantemente la lata. Encima cuando acaba de cambiar de cole y aún no tiene amigos nuevos. Así no es nada fácil para Kika (Lilli) de compaginar su nueva tarea como superbruja con la cotidiana vida familiar. Kika está de los nervios y totalmente agobiada por su pequeño hermano, cuando encuentra una carta con pinta exótica pero preciosa que acaba de aterrizar en el escritorio de su habitación. Una nueva aventura la está esperando a la nueva superbruja – El viaje a Mandolan.
La carta empieza con la frase “Una mano diabólica ha lanzado una maldición sobre el trono de Mandolan”, y está escrita con palabras mayestáticas como “nadie sabe aplicar un contra hechizo para liberarlo de la maldición”. A Kika en seguida le atrae la aventura pero el viaje es largo y peligroso. De repente ella se acuerda de la escama que le había dado el pequeño dragón Héctor al final de la última aventura de Kika. Con la escama ella puede pedir su ayuda en cualquier momento. Héctor ahora vive una vida muy tranquila desde que Elviruja (Surulunda), la anterior superbruja, vive retirada por edad en la residencia de jubilados “Golden Age”. El pequeño dragón a lo único que se dedica en estos momentos es intentar perder algo de peso con ejercicios de combates asiáticos. Como Kika necesita de nuevo un buen consejero para poder enfrentarse mejor a su nueva aventura, Elviruja le manda al pequeño dragón para que ayude en todo lo que haga falta.
La alegría que se produce entre Héctor y Kika cuando se reencuentren es super grande, pero Héctor duda del sentido de la misión: ¡MANDOLAN! Está demasiado lejos y también demasiado peligroso y además la comida será demasiado picante. Kika no se da por vencida: Ella quiere irse a Mandolan, pero antes busca a unos hechizos de magia para conseguir unos amigos falsos para Dani (León). Así ella ya no tiene que ocuparse de su pequeño hermano y se puede marchar más tranquila.
Con el salto de bruja, Kika y Héctor aterrizan en el palacio de Mandolan en medio de un opulento baile. El tirano (Gran Visir) Guliman les recibe cordialmente y les explica su problema: Después de la triste muerte del rey Shanti, su país necesita un nuevo soberano. Él – con mucho gusto – se ofrecería a asumir esta posición. Pero el problema es que el trono está sometido a una maldición que consiste en que cada vez que se sienta en él éste le derriba como un burro repelente. Su mago Abrasch ya ha intentado todo para liberar el trono de la maldición pero ha fracasado totalmente y ahora ya no queda mucho tiempo para resolver el problema. Kika no confía ni en Guliman ni en Abrash, tampoco se deja llevar por su enorme hostilidad.
Mientras, Héctor disfruta del paraíso de comidas y no quiere hacer mucho caso a Kika, ella le agarra y se escapa del escenario. A la hora de escaparse el niño indio Musa les echa un cable a Kika y Héctor para que puedan salir del palacio sin que nadie ni las numerosas guardias lo noten. Musa les confirma la suposición de Kika de que algo aquí huele muy mal. Musa supone que Guliman ha secuestrado a Shanti y lo ha recluido en la ciudad perdida, un lugar totalmente cerrado de donde él no puede escapar. Kika quiere liberar al Shanti. En el camino hacia la ciudad perdida Kika se deja convencer en comprar una típica lámpara de mago (como Aladino). A partir de este momento Suki (la genio de la lámpara), que no para de decir tonterías, forma parte del grupo de viaje.
Con una “ritchca”, en el tren y encima de caballos salvajes el grupo viaja a través de unos paisajes esplendidos. Pero ellos no saben que los cuervos de Abrash les siguen a cada paso. Con una pequeña ventaja de tiempo Kika llega a la ciudad perdida en la que nadie antes se ha atrevido entrar. Según la leyenda cada persona que entra en la ciudad perdida será perseguida por sus peores pesadillas y miedos.
El gran miedo de Héctor se confirma cuando justo antes de llegar a la ciudad perdida se enferma de una malísima gastritis. Por lo tanto Kika tiene que entrar sola en ese lugar tan oscuro y peligroso. Con mucho coraje ella planta cara a todo como serpientes, cucarachas y plantas peligrosas que se cruzan en su camino dentro de la ciudad perdida. Mientras anda por la ciudad Kika supera valientemente todos sus miedos hasta que encuentra a Shanti en un oscuro escondite que está vigilado por una banda de monos super agresivos. Kika consigue controlar la banda de monos con uno de sus hechizos de magia. A Shanti le cuesta más convencerle de su buena intención para liberarle. Ella necesita emplear toda su persuasión. Por fin, Kika convence a Shanti para salir de ese horrible lugar y volver con ella a la civilización. Con este hecho Kika rompe la leyenda y la ciudad perdida pierde su magia de miedo.
Mientras Shanti vuelve a Mandolan andando a su manera, como un Ghandi. Kika y sus amigos vuelven corriendo con mucha prisa a Mandolan. Han de llevar a Héctor a una farmacia donde le someten a una terapia de naturopatía. Musa y Kika piden a Suki que observa los alrededores de la farmacia para que nadie se entere de que están allí. Suki, que habla demasiado, no se da cuenta de que hace todo para que el más tonto se entere de que han vuelto y ahora están en la farmacia. Un poco antes de la celebración del nuevo rey, Abrasch y sus guardias detienen a Kika y Musa. Al final la loca Suki logra liberar a los dos de las manos de Abrasch y Guliman. Justo en el último minuto Kika, Musa, Héctor y Suki llegan a la ceremonia de trono. Allí observan un espectáculo entre los dos falsos mandatarios, Guliman y Abrasch, que se zambullen en envidias y peleas, hasta que Abrasch intenta conquistar el trono para él. Los amigos de Kika le ayudan a recuperar el papel con las frases de magia que tiene Abrasch en su mano y consigue detenerlo para que el trono no sea ocupado por un falso soberano.
Rodeado de la alegría de los ciudadanos de Mandolan, Shanti llega a la ciudad, se sienta en el trono y hace a Musa su nuevo Gran Visir. Mandolan recupera otra vez a su querido rey. Musa ha encontrado una nueva familia y Héctor se ha hecho amigo de la excéntrica Suki. Y Kika: Kika un vez más ha demostrado que es la mejor superbruja del mundo y además ha aprendido a valorar más a su pesadito hermano pequeño.
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